El Sistema Estatal Anticorrupción (SEA) está enseñando formas opuestas a todo aquello de carácter noble y honroso que se pensó en sus orígenes para combatir la corrupción en las instituciones de gobierno. 

En Veracruz se ha observado que algunos de los que hasta ahora han sido incorporados a ese vanguardista sistema, han mostrado en breve tiempo maneras, actitudes y vicios iniciales que hacen recordar un ancho y oscuro mar donde conviven a gusto el desorden y la suciedad.

Se recuerda la renuencia a participar en él, expresada por diversos representantes de la sociedad; también, el hecho de que, durante su corta vida menor al año, se hable ya de tres secretarios técnicos (contando a la interina desde anteayer). Adicionalmente, se han hecho comentarios insidiosos respecto a los generosos y apetecibles honorarios por 75 mil pesos mensuales a los señores consejeros ciudadanos.

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Y sin contar el jaloneo interno por posiciones, oficinas, sueldos y beneficios burocráticos. Todo esto constituye un ejemplo, en lugar equivocado, de lo que una institución corrupta y sus jefes viven en estos tiempos.

El colmo del caso es la serie de irregularidades y señalamientos que corren entre el presidente del comité ciudadano y su exsecretario técnico desde el martes. Un sabroso comadreo de mercado entre Sergio Vázquez Jiménez y Noé Hernández Martínez, acusándose mutuamente de todo y sin pudor ante los demás miembros institucionales.

La reciente sesión ordinaria donde se separó a Noé y entró una sucesora interina, sirvió además para determinar un curso a seguir en torno a las culpas que se le imputan a Vázquez Jiménez, un personaje que recuerda a Martín Lutero cuando le entregaron la Iglesia hace algunos siglos.

Sergio Vázquez fue un agraciado y hábil auditor externo que ha aprendido a conducirse con los ojos cerrados mientras deambula teatral por las instituciones de gobierno, manipulando las cuentas públicas y las auditorías. Una de las más recientes, donde no encontró falla alguna, fue la que hizo a la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa (CMAS) durante la gestión impoluta de Américo Zúñiga y sus paseadores muchachos. Quizá ese excelso trabajo de limpia pública y privada que tiene alucinado a Hipólito, le hubiera valido para convertirse en presidente del comité anticorrupción.

Veremos en qué termina este maloliente sainete anticorrupción. Pudiera ser que el revisador precise ser revisado con detalle, para conocer si entiende lo que significa anticorrupción, y que sea el momento en que tengamos que inventar otro vehículo fiscalizador que venga a supervisar a este. O bien, decidir que es mejor liquidarlo, considerando que los tiempos amorosos de la Cuarta Transformación no requieren de esa clase de incómoda burocracia, ya que gracias a AMLO toda la gente de las nuevas instituciones es honesta.

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