Se cumplió un año del terrible accidente de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Una tragedia que ocasionó la muerte de 26 personas y decenas de lesionados la noche del 3 de mayo del año pasado. En lo político, también hubo y habrá efectos desastrosos para cuatro importantes actores de la vida pública nacional: Carlos Slim, el multimillonario constructor de la obra; Marcelo Ebrard, el jefe de gobierno responsable del diseño y supervisión; Claudia Sheinbaum, la gobernadora de la CDMX al momento del desastre, y, por último, el presidente López Obrador. En ese orden serán las pérdidas materiales y políticas.

A más de 365 días de distancia, la justicia no aparece en este caso, aunque los involucrados estén inmersos en gestiones para “compensar” las pérdidas a las familias. Se ha hablado de pago de seguros y de indemnizaciones, y hasta de que el caritativo Slim y su constructora repararán los daños y repondrán al cien por ciento la operación de la Línea, cuyo cierre ocasiona otras pérdidas a la ciudadanía usuaria de ese medio de transporte. 

Marcelo Ebrard trata de que el colapso brutal de una de sus obras clave en sus aspiraciones, no lo desplace y aniquile definitivamente en la búsqueda de la candidatura presidencial. Además de ello, Claudia Sheinbaum o alguien muy encumbrado, insiste en quitarle culpas a Florencia Serranía, la directora del Metro que tuvo que salir del cargo días después del evento fatal, quien 24 horas antes de cumplirse el año de la tragedia fue premiada como miembro del Comité Externo de Evaluación en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). La señora Serranía resultó con responsabilidades, según estableció DNV, la empresa noruega que hizo las investigaciones y peritajes, misma que aseguró que, ya en tiempos de Claudia como jefa de gobierno, no se hicieron los trabajos de mantenimiento adecuados, además de señalar deficiencias de diseño imputables a Ebrard y su gente.

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Un año después, resulta que Sheinbaum desconoce y ataca el informe de la empresa noruega, y si lo hace, es porque la falla de mantenimiento le pega en sus intenciones de buscar la presidencia de la república, de la mano de AMLO en 2024. Y la puntilla se la está dando un medio de comunicación global como El País, que ha desglosado tal peritaje. 

Habremos de aguardar al momento en que alguien cierre este caso como resuelto y se vea qué clase de justicia recibieron los deudos. Mientras tanto, la metralla cae sobre Claudia, que también cae en la simpatía pública desde hace tiempo. Las elecciones federales no le han sido favorables porque la población parece detestarla por sus numerosos yerros, falta de carisma y sensibilidad social.

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Vamos a ver si este accidente no se lleva también a Marcelo Ebrard, quien por el momento parece que está jugando mejor sus piezas y sus argumentos.

En este, como en muchos casos más acumulados, los de la 4T ya no tienen a quién culpar, sobre todo, porque en más de dos décadas ellos han tenido el control político y económico de la metrópoli mexicana.

Claudia difícilmente podrá levantarse y pasará a la historia como una funcionaria mediocre, y pequeña de estatura como para alcanzar la presidencia de México. Tres años demostrándolo, han sido más que suficiente.

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