El lujoso Pasha Turkish Bath, se había convertido en un oasis londinense para Gabriela. Decidió instalarse en el lugar un fin de semana completo, mientras Manu se concentraba en sus entrenamientos para los juegos finales de polo. Ese día, después de una zambullida en la piscina privada, completó la rutina del baño turco, de la exfoliación y del masaje corporal integral.

Al final de esas actividades rejuvenecedoras, fue cuando aparecieron las sabias y deliciosas manos del precioso terapeuta que había elegido. Dos horas de cielo privado para ella sola. Justo lo que le habían recomendado sus nuevas amigas.

Llevaba semanas en que la preocupación y el estrés se habían apoderado de ella. Hasta su hombre había percibido la ausencia y el desinterés cuando estaban en medio de las sábanas. No obstante, ella era una mujer dispuesta y complaciente, que hacía lo necesario para tenerlo contento y satisfecho. Por ningún motivo podía permitirse un descuido que lo empujara a los hambrientos brazos de aquellas coquetas mujeres que se le acercaban como moscas. Era, ante todo, una cuestión de orgullo femenino y de vanidad, donde, era cierto, existía una pequeña dosis de amor.

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Desde Argentina, su padre la mantenía informada de lo que acontecía en las altas esferas de Galicia. Además de Matías, ella contaba con su leal asistente en Orense, la amiga de la infancia, que cuidaba sus intereses económicos en España y le informaba puntualmente las últimas noticias gallegas.

Pero se sentía molesta y engañada porque todo indicaba que no estaban sirviendo de nada las atenciones personales y los cientos de millones que había entregado a Heri. Parecía que la cara negociación con el alto funcionario de La Moncloa, se acercaba más a lo que podía entenderse como una amañada estafa.

Los ataques a su persona no cesaban ni del gobierno central, ni del presidente de la Xunta. Los periódicos de Galicia frecuentemente la mencionaban como la mente perversa y la verdadera instigadora del desfalco al tesoro gallego. Los ex colaboradores de su marido tampoco ayudaban a que se olvidara su nombre. Para colmo, uno de los pocos ex funcionarios que trabajaron directamente con ella, se estaba comportando como un muchacho aterrorizado, o como una cabra loca, destruyendo lo que encontraba a su paso.

Se daba cuenta de que no podía desentenderse de ese inesperado actuar de Tony “El Milusos”, el primer director de la Beneficencia. Cuando analizó su designación, lo nombró, porque este personaje había pasado por todo tipo de cargos en el gobierno. Pero, por lo que ahora observaba, su mayor desventaja la llevaba en la boca. Y por otro lado, su insana relación con La Madame, era un peligro que había que desactivar y destruir.

Le acababan de informar que el periodista principal del Telediario lo había entrevistado semanas atrás, como parte de un reportaje dedicado a ella, en el que se hablaba de empresas inexistentes y de fondos desviados hacia sus cuentas bancarias. En esa arreglada entrevista, Tony, un desconocedor de la Ley, alegaba que él no tenía nada que ver en las licitaciones y contratos realizados durante su gestión, echando toda la culpa a Taruk, en ese tiempo tesorero de la institución y a otros. Podía afirmarse que era una auténtica lavada de manos, la del malogrado milusos.

Lo que más la presionaba a Gabriela, era el hecho de percatarse de la traición de casi todos los que habían integrado el gobierno con Alex, quienes, para sacudirse de acusaciones, la estaban señalando a ella como la persona que dirigió la banda de la corrupción gallega, como la había bautizado Mikel años atrás.

Pero Gabriela estaba decidida a olvidarse de ellos y de todos los problemas. Había descubierto en el spa turco un interesante remanso de paz y relajación y pensaba disfrutarlo al máximo sin preocupaciones, ahora que Manu estaba enfrascado en sus competencias deportivas. Después de aplicarse las cremas de última generación y alta tecnología para la restauración de la piel, encendida por el recuerdo, esa noche decidió repetir su inolvidable experiencia matutina con el apuesto masajista que le habían asignado en la administración.

Heri junto con los Tonys, los Taruks y el pueblo gallego completo, podían irse a la mierda. Su mente no podía olvidar la idílica mañana en la piscina y los inteligentes dedos y labios del apuesto turco sin nombre ni memoria.

Continuará…

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